Espacio abierto de aire claustrofóbico y oprimente. Una casa blanca cerrada, endogámica. Un submundo en el que lo negro, la ocultación, la represión de todo instinto y el silencio son las leyes que rigen la convivencia.
Este poder irracional obliga a que el ser humano esconda su identidad tras la máscara; carece de rostro, es una pieza más enmarcada, de principio a fin, en un aplastante ¡SILENCIO!
Carmen Ruiz-Mingorance
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La atmósfera es asfixiante, ahoga y sofoca en los largos y angustiosos dÃas con sus correspondientes noches de deseos reprimidos. El alcance simbólico de este espacio escénico encarna el universo en el que han de moverse seres oprimidos por la autoridad y por la pertenencia a otro. El trabajo de dirección apunta a un conflicto universal, al abuso del Poder y su incidencia en la esencialidad de las pasiones humanas. El contraste de la puesta en escena es la oposición de dos fuerzas: el deseo frente a la realidad; la autoridad y el orden contra la libertad y el instinto, vivir o morir; ninguna de esas fuerzas se rige por la razón, son fuerzas irracionales e irreconciliables cuyo único resultado es la frustración, la locura o la muerte.
Este poder irracional obliga a que el ser humano esconda su identidad tras la máscara; carece de rostro, es una pieza más enmarcada, de principio a fin, en un aplastante ¡SILENCIO!
Carmen Ruiz-Mingorance